20 noviembre 2011

París en cualquier época.


Mejor en autobús, el metro es agobiante, oscuro, no se respira bien. Y cuando llegas ves lo que nunca creíste que verías.

Imponente, majestuosa, piedra oscura, muy fotografiada, la Catedral de Notre Dame de Paris.

La cara de ella se ilumina, los ojos se le abrieron como a una niña a la que regalas lo que tanto anhela.

Detrás de ese cristal sucio, desde su asiento, ha visto un sueño cumplido.

Los días posteriores son aún mejor.

Le pont Alexandre III, le château de Versailles, le Louvre, le musée d'Orsay, Saint-Michel, les bouquinistes, Disneyland Paris, l'Arc de Triomphe, l'Opéra Garnier, la place de la Bastille, le Sacré Coeur, la Conciergerie, largos paseos por el Sena…nunca pensó verse allí, pero ella lo disfruta al máximo junto a las dos persona que más quiere.

Sentada en un café, contemplando la ciudad de la luz, sumergida en el ambiente cosmopolita, sintiéndose una más.

Otro momento inolvidable es el paseo por el Jardin du Luxembourg, silencio, tranquilidad, sosiego, paz. Esto no lo tiene en su vida y lo valora.


La vuelta la hace sola, pero en su mente revive todo lo disfrutado y desea volver a vivirlo.


2 comentarios:

  1. Con estas cosas que escribes me pones las lagrimas a flor de piel.gracias quepeña

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  2. En el día de tu santo es lo justo mater jejejejeje.

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