Mejor en autobús, el metro es agobiante, oscuro, no se
respira bien. Y cuando llegas ves lo que nunca creíste que verías.
Imponente, majestuosa, piedra oscura, muy fotografiada, la
Catedral de Notre Dame de Paris.
La cara de ella se ilumina, los ojos se le abrieron como a
una niña a la que regalas lo que tanto anhela.
Detrás de ese cristal sucio, desde su asiento, ha visto un
sueño cumplido.
Los días posteriores son aún mejor.
Le pont Alexandre III, le château de Versailles, le Louvre, le musée
d'Orsay, Saint-Michel, les bouquinistes, Disneyland Paris, l'Arc de Triomphe,
l'Opéra Garnier, la place de la Bastille, le Sacré Coeur, la Conciergerie, largos
paseos por el Sena…nunca pensó verse allí, pero ella lo disfruta al máximo
junto a las dos persona que más quiere.
Sentada en un café, contemplando la ciudad de la luz, sumergida
en el ambiente cosmopolita, sintiéndose una más.
Otro momento inolvidable es el paseo por el Jardin du
Luxembourg, silencio, tranquilidad, sosiego, paz. Esto no lo tiene en su vida y
lo valora.
Con estas cosas que escribes me pones las lagrimas a flor de piel.gracias quepeña
ResponderEliminarEn el día de tu santo es lo justo mater jejejejeje.
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