06 octubre 2011

Esas fiestas populares.


Cuando era pequeña me gustaba estar más en el pueblo con mis abuelos que en mi casa.

Cuando iba llegando el día de la fiesta grande la gente venía a la capital a comprarse “el hato” (para el que no sepa lo que es, es comprarse ropa nueva y a ser posible como para ir de boda).

A mi la ropa me la hacía mi abuela, que siempre se le ha dado muy bien lo de la sastrería, recuerdo sobre todo un conjunto de falda y blusa estilo marinero que se llevaba en aquella época.

Era magnífico salir con la pandilla, ir a las atracciones con el dinerito que la abuela me pasaba sin que el abuelo lo viera, quedabas con más gente, conocías a otros y te sentías más feliz que nunca, aunque en mi caso siempre era la primera que tenía que volver a casa, cosas de los abuelos.

En las fiestas de Jaén, recuerdo con mucho cariño cuando mi madre nos llevaba a mi hermana y a mí el “día grande” a la tómbola para la que llevaba mucho tiempo ahorrando y te subían los nervios por todo el cuerpo hasta que abrías la papeleta a ver si te había tocado algo. Luego un refresco y unos cacharritos, pocos, porque no podía ser mucho y te ibas a casa tan contenta.





Y lo que es la vida, a 9 días de que empiece la feria de Jaén a mí lo único que me hace ilusión es que el día 18 es fiesta y no trabajaré.

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