05 octubre 2011

Historias de la vida.

Cuando uno es pequeño solo le preocupa que los compis del cole quieran jugar contigo, ¿será papá o mamá quien te recoja del colegio?, tal vez sea día de sorpresa y te traigan la chuche, que me regalarán para el cumpleaños, ¿verán de verdad los Reyes Magos que no me he portado bien y me dejarán sin mis anhelados juguetes?.
A medida que creces tus preocupaciones van cambiando, mañana tengo un examen y tengo que aprobar, si suspendo me castigarán y me quedaré todo el verano estudiando. Te siguen haciendo ilusión los regalos pero tus gustos han cambiado, esa blusa del escaparate es la más bonita que has visto, ojalá me la compren, lo dejaré caen como si nada.


Cuando cumples la mayoría de edad parece que has tocado el cielo, ya puedes votar, conducir, entrar en sitios para adultos, que hago

¿Estudio o trabajo? ¿Universidad fuera o en casa? Este cumpleaños es de lo que más ilusión te hace.

Si no quieres estudiar te queda la incertidumbre, ¿en que trabajo? ¿De verdad quiero dedicar mi vida a esto?. Y a veces la vida te recompensa con un trabajo para el que no se necesitan estudios, pero que te concede el crecer como persona, el ayudar a los demás y el sentir que hay personas en el mundo que necesitan de ti.


Cuando cumples los 30, miras atrás y ves que tu vida a cambiado y casi ni te has dado cuenta, te han pasado tantas cosas que eres incapaz de recordarlas, hay buenos momentos que te ponen los ojos vidriosos y otros que esa lágrima que antes no quiso asomar baja por tu mejilla como si quisiera escapar de ti, como si quisiera que ese recuerdo saliera de tu cabeza y no volviera jamás.

Lógicamente los cumpleaños ya no son tan bien recibidos, casi te atreves a pensar "ojalá si nadie se acuerda no cumpliera uno más"



En el mundo hay tantas historias como personas, todas interesantes. Esta es parte de la mía, cuando llegue a los 40 os la seguiré contando.

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